Prof. Antonella Mármol Vila.
Asignatura: Filosofía y Crítica de
los Saberes.
Curso:
1º Bachillerato.
Selección
de fragmentos de texto perteneciente al libro: “Pensamientos”
Autor: Blaise Pascal.
La grandeza del hombre es grande, porque
el hombre conoce su miseria. Un árbol no conoce su miseria. Es, pues, ser
miserable el hecho de sentirse miserable, pero es ser grande el hecho de
conocer que se es miserable. Tales miserias no provienen sino de la grandeza
misma. Son miserias de gran señor, de rey desposeído.
El hombre no es más que un junco, el más
débil de la naturaleza, pero un junco que piensa. No es necesario que el
Universo entero se arme para aplastarle. Un vapor, una gota de agua, son
bastante para hacerlo perecer. Pero, aun cuando el Universo le aplastara, el
hombre sería más noble que lo que le mata, porque él sabe que muere. Y la
ventaja que el Universo tiene sobre él, el Universo no la conoce.
(…) por el espacio el Universo me
comprende y me contiene, como un punto; por el entendimiento, yo lo comprendo a
él.
Yo puedo concebir un hombre sin manos,
pies, cabeza, porque sólo la experiencia puede enseñarnos que la cabeza es más
necesaria que los pies; pero no puedo concebir un hombre sin pensamiento: sería
una piedra o un animal.
Es, pues, el pensamiento, lo que hace el
ser del hombre, sin lo cual no puede ser concebido. ¿Qué es lo que siente
placer en nosotros? ¿La mano? ¿El brazo? ¿La carne? ¿La sangre? Vése cómo es
preciso que sea algo inmaterial.
El hombre está visiblemente construido
para pensar: esto es toda su dignidad y todo su mérito y todo su deber consiste
en pensar como es debido; y el orden del pensamiento es empezar por sí mismo, y
por su autor y su fin.
Pero ¿en qué piensan las gentes? Jamás
en esto, sino en danzar, tocar el laúd, cantar, hacer versos, correr sortijas,
construir seres y hacerse rey sin pensar en qué consiste el ser rey y el ser
hombre.
Nada puede hacernos entrar en la miseria
de los hombres tanto como considerar la causa verdadera de la perpetua
agitación en que pasan la vida.
El alma es arrojada al cuerpo, para
residir en él durante poco tiempo. Ella sabe que esto no es más que un tránsito
para el viaje eterno y que tiene el poco tiempo que dura la vida para
prepararse a éste. Del poco tiempo aún las necesidades de la vida le toman una
buena parte. Le queda poquísimo de qué disponer. Pero este poquísimo que le
queda le incomoda tanto (…) que no piensa sino en perderlo. Es para ella una
pena insoportable estar obligada a vivir a solas y pensar en sí misma. Así, lo
que procura es olvidarse de sí, y dejar volar este tiempo tan corto y tan
precioso sin reflexionar, ocupándose en cosas que le impidan pensar en su fin.
Este es el origen de todas las
ocupaciones (…) de los hombres y de todo aquello que se llama diversión o pasatiempo,
porque el objeto de estas cosas es, en efecto, pasar el tiempo sin sentirlo, o
mejor, sin sentirse uno mismo, y evitar, perdiendo una parte de la vida, la
amargura y el disgusto interior que acompañarían necesariamente la atención que
uno consagraría a sí mismo durante este tiempo. El alma no encuentra nada en sí
misma que la contente; no ve nada que no le aflija cuando piensa en ello, lo
que le obliga a esparcirse en lo exterior, buscando por su aplicación a las
cosas exteriores la manera de perder el recuerdo de su estado verdadero. Su
gozo consiste en el olvido, y basta, para hacerle desdichado, obligarle a estar
a solas consigo misma.
Cosa peligrosa es hacer ver con exceso
al hombre cómo es semejante a las bestias, sin mostrarle su grandeza a la vez.
Pero aún es más peligroso hacerle ver demasiado su grandeza sin su bajeza. Y
aún lo es más dejarle ignorar lo uno y lo otro. Pero es muy útil imponerle de
lo uno y de lo otro.
No es bueno que el hombre se crea igual
a las bestias ni (que crea que es igual) a los ángeles, ni que ignore lo uno y
lo otro; sino que sepa lo uno y lo otro.
Pascal, B.; “Pensamientos”;
Editorial Losada; Bs.As.; 1977.
Muy bonito, muchas gracias.
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