martes, 12 de mayo de 2015

“El existencialismo es un humanismo” - Jean Paul Sartre.

Prof. Antonella Mármol Vila.
Asignatura: Filosofía y Crítica de los Saberes.
Curso: 1º Bachillerato.

Selección de fragmentos de texto pertenecientes a la obra:

“El existencialismo es un humanismo” de Jean Paul Sartre.


La existencia precede a la esencia
Consideremos un objeto fabricado, por ejemplo un libro o un cortapapel. Este objeto ha sido fabricado por un artesano que se ha inspirado en un concepto; se ha referido al concepto de cortapapel, e igualmente a una técnica de producción previa que forma parte del concepto, y que en el fondo es una receta. Así, el cortapapel es a la vez un objeto que se produce de cierta manera y que, por otra parte, tiene una utilidad definida, y no se puede suponer un hombre que produjera un cortapapel sin saber para qué va a servir ese objeto.

Visión técnica del mundo
Diríamos entonces que en el caso del cortapapel, la esencia es decir, el conjunto de recetas y de cualidades que permiten producirlo y definirlo precede a la existencia; y así está determinada la presencia frente a mí de tal o cual cortapapel, de tal o cual libro. Tenemos aquí, pues, una visión técnica del mundo, en la cual se puede decir que la producción precede a la existencia.
Al concebir un Dios creador, este Dios se asimila la mayoría de las veces a un artesano superior; (…) Dios, cuando crea, sabe con precisión lo que crea. Así el concepto de hombre, en el espíritu de Dios, es asimilable al concepto de cortapapel en el espíritu del industrial.

El existencialismo ateo
El existencialismo ateo que yo represento (…) Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre (…) El hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define.

El hombre es lo que él se hace
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia (…) el hombre no es otra cosa que lo que él se hace… éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser.

El hombre es plenamente responsable
(…) el hombre es responsable de lo que es. Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres.

La elección
Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser.


El hombre se elige eligiendo a todos los hombres
Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera. Si soy obrero, y elijo adherirme a un sindicato cristiano en lugar de ser comunista; si por esta adhesión quiero indicar que la resignación es en el fondo la solución que conviene al hombre, que el reino del hombre no está en la tierra, no comprometo solamente mi caso: quiero ser un resignado para todos; en consecuencia, mi proceder ha comprometido a la humanidad entera.

Compromete a toda la humanidad
Y si quiero hecho más individual casarme, tener hijos, aun si mi casamiento depende únicamente de mi situación, o de mi pasión, o de mi deseo, con esto no me encamino yo solamente, sino que encamino a la humanidad entera en la vía de la monogamia. Así soy responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre.
Esto permite comprender lo que se oculta bajo palabras un tanto grandilocuentes como angustia, desamparo, desesperación.

La angustia
El existencialista suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Ciertamente hay muchos que no están angustiados; pero nosotros pretendemos que se enmascaran su propia angustia, que la huyen; en verdad, muchos creen al obrar que sólo se comprometen a sí mismos, y cuando se les dice: pero ¿si todo el mundo procediera así? se encogen de hombros y contestan: no todo el mundo procede así. Pero en verdad hay que preguntarse siempre: ¿qué sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo? Y no se escapa uno de este pensamiento inquietante sino por una especie de mala fe.

Angustia y mala fe
El que miente y se excusa declarando: todo el mundo no procede así, es alguien que no está bien con su conciencia, porque el hecho de mentir implica un valor universal atribuido a la mentira. Incluso cuando la angustia se enmascara, aparece (…) Todo ocurre como si, para todo hombre, toda la humanidad tuviera los ojos fijos en lo que hace y se ajustara a lo que hace. Y cada hombre debe decirse: ¿soy yo quien tiene derecho de obrar de tal manera que la humanidad se ajuste a mis actos?

Angustia y responsabilidad
Esta especie de angustia (…) se explica además por una responsabilidad directa frente a los otros hombres que compromete. (…) Y cuando se habla de desamparo (…) queremos decir solamente que Dios no existe, y que de esto hay que sacar las últimas consecuencias.

La moral laica
No está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que precisamente estamos en un plano donde solamente hay hombres (…) todo estaría permitido. Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad.

El hombre es libertad
Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.


Sartre, J.P.; “El existencialismo es un humanismo”; Editorial Técnica S.R.L.; Montevideo; 2001.

“Pensamientos” - Blaise Pascal.

Prof. Antonella Mármol Vila.
Asignatura: Filosofía y Crítica de los Saberes.
Curso: 1º Bachillerato.

Selección de fragmentos de texto perteneciente al libro: “Pensamientos”
Autor: Blaise Pascal.

La grandeza del hombre es grande, porque el hombre conoce su miseria. Un árbol no conoce su miseria. Es, pues, ser miserable el hecho de sentirse miserable, pero es ser grande el hecho de conocer que se es miserable. Tales miserias no provienen sino de la grandeza misma. Son miserias de gran señor, de rey desposeído.
El hombre no es más que un junco, el más débil de la naturaleza, pero un junco que piensa. No es necesario que el Universo entero se arme para aplastarle. Un vapor, una gota de agua, son bastante para hacerlo perecer. Pero, aun cuando el Universo le aplastara, el hombre sería más noble que lo que le mata, porque él sabe que muere. Y la ventaja que el Universo tiene sobre él, el Universo no la conoce.
(…) por el espacio el Universo me comprende y me contiene, como un punto; por el entendimiento, yo lo comprendo a él.
Yo puedo concebir un hombre sin manos, pies, cabeza, porque sólo la experiencia puede enseñarnos que la cabeza es más necesaria que los pies; pero no puedo concebir un hombre sin pensamiento: sería una piedra o un animal.
Es, pues, el pensamiento, lo que hace el ser del hombre, sin lo cual no puede ser concebido. ¿Qué es lo que siente placer en nosotros? ¿La mano? ¿El brazo? ¿La carne? ¿La sangre? Vése cómo es preciso que sea algo inmaterial.
El hombre está visiblemente construido para pensar: esto es toda su dignidad y todo su mérito y todo su deber consiste en pensar como es debido; y el orden del pensamiento es empezar por sí mismo, y por su autor y su fin.
Pero ¿en qué piensan las gentes? Jamás en esto, sino en danzar, tocar el laúd, cantar, hacer versos, correr sortijas, construir seres y hacerse rey sin pensar en qué consiste el ser rey y el ser hombre.
Nada puede hacernos entrar en la miseria de los hombres tanto como considerar la causa verdadera de la perpetua agitación en que pasan la vida.
El alma es arrojada al cuerpo, para residir en él durante poco tiempo. Ella sabe que esto no es más que un tránsito para el viaje eterno y que tiene el poco tiempo que dura la vida para prepararse a éste. Del poco tiempo aún las necesidades de la vida le toman una buena parte. Le queda poquísimo de qué disponer. Pero este poquísimo que le queda le incomoda tanto (…) que no piensa sino en perderlo. Es para ella una pena insoportable estar obligada a vivir a solas y pensar en sí misma. Así, lo que procura es olvidarse de sí, y dejar volar este tiempo tan corto y tan precioso sin reflexionar, ocupándose en cosas que le impidan pensar en su fin.
Este es el origen de todas las ocupaciones (…) de los hombres y de todo aquello que se llama diversión o pasatiempo, porque el objeto de estas cosas es, en efecto, pasar el tiempo sin sentirlo, o mejor, sin sentirse uno mismo, y evitar, perdiendo una parte de la vida, la amargura y el disgusto interior que acompañarían necesariamente la atención que uno consagraría a sí mismo durante este tiempo. El alma no encuentra nada en sí misma que la contente; no ve nada que no le aflija cuando piensa en ello, lo que le obliga a esparcirse en lo exterior, buscando por su aplicación a las cosas exteriores la manera de perder el recuerdo de su estado verdadero. Su gozo consiste en el olvido, y basta, para hacerle desdichado, obligarle a estar a solas consigo misma.
Cosa peligrosa es hacer ver con exceso al hombre cómo es semejante a las bestias, sin mostrarle su grandeza a la vez. Pero aún es más peligroso hacerle ver demasiado su grandeza sin su bajeza. Y aún lo es más dejarle ignorar lo uno y lo otro. Pero es muy útil imponerle de lo uno y de lo otro.
No es bueno que el hombre se crea igual a las bestias ni (que crea que es igual) a los ángeles, ni que ignore lo uno y lo otro; sino que sepa lo uno y lo otro.
           

Pascal, B.; “Pensamientos”; Editorial Losada; Bs.As.; 1977.

“El hombre sin teoría” - Francisco Miró Quesada.

Prof. Antonella Mármol Vila.
Asignatura: Filosofía y Crítica de los Saberes.
Curso: 1º Bachillerato.


Texto: “El hombre sin teoría”
Autor: Francisco Miró Quesada.


“Cuando Hitler se enteró del resultado de las investigaciones de un famoso biólogo alemán sobre la composición de la sangre de los judíos lo mandó llamar y le dijo que no podía ser cierto. Pero el biólogo le aseguró que todos los análisis le habían conducido al mismo resultado: la sangre de los semitas era igual a la de los germanos. El biólogo fue subrogado de su cargo universitario. No se volvió a hablar más de él. Pero tuvo la conciencia de que había terminado su carrera, cumpliendo un inmenso destino: demostrando que las teorías nazis sobre la superioridad racial de los germanos eran falsas.
El biólogo alemán se atrevió a demostrar que una teoría sobre el hombre era falsa y fue víctima de su audacia y de su amor por la verdad. No fue la primera víctima. Muchos son los que a través de la historia se han atrevido a mostrar la falsedad de una teoría sobre el hombre y han desencadenado el furor de sus contemporáneos, de todos ellos, o de un grupo, o de uno solo. (...) Cuando se destruye una teoría sobre el hombre se disuelven todos los órdenes posibles, se desmorona el universo, se hunde el suelo que se pisa. Porque en último término, todo lo que el hombre sabe y espera del universo, todo lo que el hombre cree, depende de la manera como se ve a sí mismo. El hombre no puede concebir nada sino a través de su propia concepción. Por eso no puede perdonar a quién de un plumazo cancela todo lo que cree o quiere creer sobre sí mismo. Porque le quitan su tierra firme. Y nada lo aterra más que dejar lo que con tanto trabajo ha construido y volver a ser un náufrago en el oscuro ‘mare tenebrosum’.”

Miró Quesada, F.[i]; “El hombre sin teoría”; Lima, Universidad. Mayor de San Marcos; 1954.



            Reflexiona sobre lo expresado en el texto y responde:

  1. ¿Por qué consideras que la investigación del biólogo alemán generó tal reacción en Hitler?

  1. ¿Por qué Miró Quesada argumenta que cuando se destruye una teoría sobre el hombre se desmorona el universo?

  1. ¿Encuentras alguna relación entre el título del texto y la idea del hombre entendido como un náufrago en el oscuro mar tenebroso?







[i] Politólogo, jurista, escritor y periodista peruano (1948-      )