Profesora: Antonella Mármol Vila.
Asignatura: Filosofía.
Curso: 5º año.
– Racionalismo - Empirismo –
¿Cuáles son las fuentes del conocimiento?
Uno de los principales problemas gnoseológicos abordados
por la teoría del conocimiento es aquel que se cuestiona dónde se originan los
conocimientos que poseemos los seres humanos. Frente a la problemática de
determinar su origen, han surgido distintas respuestas, cada una de las cuales
intenta brindar una explicación que pueda dar solución a interrogantes tales como:
¿Dé dónde surgen nuestros conocimientos?;
¿Provienen todos del mundo exterior y son
captados por nuestros sentidos o es que por el contrario nacemos ya con
determinados conocimientos, los cuales podemos desarrollar y acrecentar con la
ayuda de los sentidos?
Pues bien, para trabajar sobre lo planteado debemos
remitirnos a dos doctrinas filosóficas que se ocupan de brindar una explicación
respecto del origen de los conocimientos, cada una de las cuales se apoya para
ello en ciertos postulados que resultan no ser compatibles con los propios de
la doctrina contraria. Nos estamos refiriendo concretamente al racionalismo y al empirismo.
Racionalismo
Es la corriente filosófica nacida en Francia durante el
Siglo XVII, la cual sostiene que el inicio de nuestros conocimientos no se
encuentra en los datos que nos son proporcionados por nuestros sentidos, sino
que los conocimientos que poseemos tienen como punto de partida las ideas
propias del espíritu humano.
Johannes Hessen, ofrece una definición de la doctrina que
es interesante presentar en esta instancia, debido a que en la misma se
mencionan de forma clara y explícita cuáles son aquellas características
definitorias de la misma, lo cual es expresado por el filósofo de la siguiente
manera: “La posición epistemológica que
ve en el pensamiento, en la razón, la fuente principal del conocimiento humano,
se llama racionalismo (de ratio = razón). Según él, un
conocimiento sólo merece, en realidad, este nombre cuando es lógicamente
necesario y universalmente válido. Cuando nuestra razón juzga que una cosa
tiene que ser así y que no puede ser de otro modo; que tiene que ser así, por
tanto, siempre y en todas partes, entonces y sólo entonces nos encontramos ante
un verdadero conocimiento, en opinión del racionalismo. (…) Todo verdadero
conocimiento se funda, según esto - así concluye el racionalismo -, en el
pensamiento. Éste es, por ende, la verdadera fuente y base del conocimiento
humano.” [1]
Pues bien, en base a lo anteriormente señalado, nos es
posible expresar que toda postura filosófica que considere a la realidad
ordenada, y por tanto descifrable, gobernada por ciertos principios
inteligibles, se apoya en los postulados adoptados por el racionalismo (véase
anexo 1). Dicho esto, puede resultar de gran ayuda remitirnos a Galileo Galilei
(matemático, físico, astrónomo y filósofo italiano) quien proporcionó una
explicación metafórica que resulta ser de gran ayuda para entender la esencia
del pensamiento racionalista, a saber: la idea de que el mundo es como un libro que se encuentra escrito con caracteres
matemáticos, y que por lo tanto, es totalmente legible y comprensible.
El racionalismo, concibe que es posible llegar a adquirir
conocimientos científicos válidos universalmente y a los cuales es posible
acceder a través de la razón. En este
sentido, es importante señalar que la obra “Discurso
del método” de René Descartes - quien es considerado como uno de los mayores
exponentes del racionalismo - puede considerarse como el manifiesto en donde se
encuentran contenidas las ideas que fundamentan las principales características
de la doctrina en cuestión, ya que en dicha obra se afirma la posibilidad de
construir todo el saber humano sobre ciertas evidencias que la mente intuye como ideas claras y distintas (conceptos que serán trabajados cuando
trabajemos sobre la concepción del conocimiento como representación).
Uno de los principales postulados de esta doctrina es la
afirmación de la existencia de las denominadas ideas innatas, es decir, ideas con las cuales el sujeto nace, y que
por lo tanto no se adquieren a partir de la experiencia sensorial, sino que se
hallan grabadas en el espíritu o mente
humana. Descartes expresa esto en un pasaje de su obra “Meditaciones metafísicas” de la siguiente manera: “Lo que me parece que ahora he de tratar
especialmente es el hecho de que encuentro en mí innumerables ideas de ciertas
cosas que, aun cuando tal vez no existan fuera de mí, no se puede decir por
ello que no sean nada; y aunque las piense a mi arbitrio no las invento yo,
sino que tienen una naturaleza verdadera e inmutable.” [2]
Refiriéndonos concretamente a la razón (res cogitans), de
la cual se derivan los conocimientos humanos según el racionalismo, debemos
expresar que Descartes concibe que la misma, además de ser idéntica en todos
los hombres (debido a que, según su pensamiento es la “cosa” mejor repartida en el mundo, ya que todos tenemos razón) es
la única guía que debe seguir el científico en su labor. Según dicha
concepción, el racionalista no debe dejarse influenciar por prejuicios ni
tampoco permitir que teorías que resultan ser imposibles de demostrar
interfieran en los recorridos que debe caminar el entendimiento humano. Es a
partir de dichas consideraciones que podemos comprender por qué el racionalismo
otorgó tanta relevancia a los conocimientos matemáticos.
Ahora bien, una vez señaladas las características
definitorias del racionalismo, resulta interesante presentar también ciertas
reflexiones críticas que Hessen ha esbozado en referencia al mismo, las cuales
son exhibidas a continuación: “El mérito
del racionalismo consiste en haber visto y subrayado con energía la
significación del factor racional en el conocimiento humano. Pero es
exclusivista al hacer del pensamiento la fuente única o propia del conocimiento.
Como hemos visto, ello armoniza con su idea del conocimiento, según el cual
todo verdadero conocimiento posee necesidad lógica y validez universal. Pero
justamente este ideal es exclusivista, como sacado de una forma determinada del
conocimiento, del conocimiento matemático. Otro defecto del racionalismo (con
excepción de la forma últimamente citada) consiste en respirar el espíritu del
dogmatismo. Cree poder penetrar en la esfera metafísica por el camino del
pensamiento puramente conceptual. Deriva de principios formales, proposiciones
materiales; deduce, de meros conceptos, conocimientos. (Piénsese en el intento
de derivar del concepto de Dios su existencia; o de definir, partiendo del
concepto de sustancia, la esencia del alma.) Justamente este espíritu dogmático
del racionalismo ha provocado una y otra vez su antípoda, el empirismo.” [3]
La crítica expresada por Hessen, apunta a señalar las
deficiencias de la concepción racionalista, precisamente, al identificar a la
razón como poseedora de un valor absoluto, con lo cual resulta inevitable el
menosprecio dirigido a los datos sensoriales, es decir, aquellos datos
provenientes de la experiencia y que adquirimos a través de nuestros sentidos.
Asimismo, es importante destacar que, una de las
consecuencias de adherir a una postura tan radical como lo es el racionalismo,
puede conducir a menospreciar incluso la necesidad de verificar las teorías en
la práctica, es decir, de llevar a cabo la contrastación empírica, es por ello
que al enfrentarse de esta manera con los postulados esenciales del empirismo,
en muchas ocasiones el racionalismo terminó por hacer propia una postura
mediante la cual se hacía imposible realizar un desarrollo cabal de las
ciencias, ya que según lo señalado con anterioridad, los trabajos científicos
no son concebidos como descripciones de la realidad natural, sino la
construcción de modelos teóricos que no han de ser sometidos a experimentación.
Empirismo
¿Los conocimientos derivan de los sentidos o
éstos nos engañan?
Para comenzar a señalar los caracteres
definitorios de empirismo, nos remitiremos nuevamente a Hessen, quien nos
brinda una definición del mismo, a saber: “El
empirismo (de έμπειρία =
experiencia) opone a la tesis del racionalismo (según la cual el pensamiento,
la razón, es la verdadera fuente del conocimiento) la antítesis que dice: la
única fuente del conocimiento humano es la experiencia. En opinión del
empirismo, no hay ningún patrimonio a priori de la razón. La conciencia
cognoscente no saca sus contenidos de la razón, sino exclusivamente de la
experiencia. El espíritu humano está por naturaleza vacío; es una tabula rasa,
una hoja por escribir y en la que escribe la experiencia. Todos nuestros
conceptos, incluso los más generales y abstractos, proceden de la experiencia.
Mientras el racionalismo se deja llevar por una idea determinada, por un ideal
de conocimiento, el empirismo parte de los hechos concretos. Para justificar su
posición acude a la evolución del pensamiento y del conocimiento humano. Esta
evolución prueba, en opinión del empirismo, la alta importancia de la
experiencia en la producción del conocimiento. El niño empieza por tener
percepciones concretas. Sobre la base de estas percepciones llega
paulatinamente a formar representaciones generales y conceptos. Éstos nacen, por
ende, orgánicamente de la experiencia. No se encuentra nada semejante a esos
conceptos que existen acabados en el espíritu o se forman con total
independencia de la experiencia. La experiencia se presenta, pues, como la
única fuente del conocimiento.” [4]
A partir de la definición planteada, podemos
comenzar a visualizar no sólo las notas distintivas de dicha doctrina
filosófica, sino también identificar las diferencias sustanciales que la misma
presenta con relación al racionalismo. En efecto, mientras que para la postura
racionalista el origen de los conocimientos se halla en la razón o pensamiento,
para el empirismo el origen de los conocimientos se encuentra en la experiencia, es por ello que, como
expresa García Morente, el empirismo puede ser definido como: “el esfuerzo más grande que se conoce en la
historia del pensamiento humano para reducir el pensamiento a pura vivencia”.
[5]
Pues bien, ¿qué implica lo dicho?
entre otras cosas, que no es posible que existan ideas que precedan a la
experiencia, es decir, que no existen las llamadas ideas innatas.
La mente del sujeto, al nacer, no trae consigo
conceptos ni ideas, y por lo tanto no puede llegar a conocer nada hasta que el
sujeto comience a experimentar ciertas vivencias. Dicha concepción ha llevado a
los empiristas a imaginar que la mente es como un papel en blanco, como una tabula rasa, en la cual se irán
acumulando contenidos, por ejemplo mediante estímulos visuales o auditivos,
entre otros, o a través de experiencias tales como la que nos brinda la educación.
Todo lo señalado, nos conduce a expresar que
según dicha postura gnoseológica, el conocimiento
halla su validez mediante su relación con la experiencia, y que entonces,
resulta ser la experiencia la base de
todos los conocimientos, de su origen y de sus contenidos también, lo cual
implica a su vez que es necesario partir del mundo sensible (el mundo al
cual accedemos mediante nuestros sentidos) a fin de poder elaborar conceptos,
los cuales como consecuencia hallarán en lo sensible su justificación.
Pues bien, a fin de
ilustrar la postura empirista, tomaremos una cita de texto perteneciente al
filósofo empirista David Hume, quien en su obra “Investigaciones sobre el entendimiento humano” alude a la
importancia que posee la experiencia [6] en la adquisición
de los conocimientos, lo cual es expresado cuando el pensador en cuestión
argumenta que: “(…) aunque nuestro
pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada, encontraremos en un examen
más detenido que, en realidad, está reducido a límites muy estrechos, y que
todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de
mezclar, trasponer, aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los
sentidos y la experiencia.” [7]
Es de destacar que
la idea expresada en el fragmento de texto, pretende subrayar la concepción
humeana acerca de que no hay ninguna libertad en la razón humana, por el hecho
precisamente de que los sujetos nos hallamos “atados” a los sentidos y a un funcionamiento mecánico de nuestro
entendimiento. Como consecuencia, Hume concibe que el conocimiento humano se
encuentra limitado al material que le proporcionan los sentidos.
Una vez mencionado
lo anterior, me interesa destacar el hecho de que si nos remitimos a lo
señalado en el primer repartido temático, en el cual se trabaja específicamente
sobre el problema del conocimiento, recordaremos que el conocimiento fue
definido, en sentido general, como una correlación entre un sujeto y un objeto, la cual se encontraba dada mediante el pensamiento, es
decir, que como elementos esenciales del conocimiento se reconoce un sujeto cognoscente y un objeto cognoscible, cuya vinculación
entre ambos se establece gracias al pensamiento, el cual obra en tanto bisagra.
Es precisamente en este sentido que el filósofo español Manuel García Morente
realiza una crítica al empirismo, particularmente al empirismo inglés, a través
de la cual señala que quienes se reconocen empiristas, desconectan entre sí los
tres elementos mencionados, y más precisamente, toman el elemento que
corresponde al pensamiento y lo aíslan de los otros dos, haciendo del mismo una
vivencia.
Según García
Morente, el empirismo inglés elimina del pensamiento todo lo que éste tiene de
lógico, y en ese sentido, manifiesta que la consecuencia de ello es la
supresión de la objetividad de los conocimientos.
– Bibliografía utilizada –
-
Cuvillier,
A.; “Filosofía general. Metafísica”;
Editorial Alfa; Bs. As.; 1962.
-
Descartes,
René; “Discurso del método” y “Meditaciones metafísicas”; Colección
Austral; Espasa – Calpe, S.A.; Madrid; 1975.
-
Ferrater
Mora; “Diccionario Filosófico Ferrater
Mora”; Editorial Alianza; Madrid; 1979.
-
Frassineti
De Gallo, Martha; Salatino De Klen, Gabriela; “Filosofía: Esa búsqueda reflexiva”; A-Z Editora; Bs. As.; 1993.
-
García Morente, Manuel; “Lecciones
preliminares de filosofía”; Editorial Losada S.A.; Bs. As.; 1938.
-
Herder; “Diccionario de Filosofía”; Edición
digital; Editorial Empresa Herder, Copyright; Barcelona; 1996-1998.
-
Hessen, J.; “Teoría del conocimiento”; Editorial
Espasa-Calpe S.A., 10ª edición; Madrid, 1964.
-
Hume, David;
“Investigaciones sobre el entendimiento
humano”; Editorial Alianza; Madrid; 1983.
[2] Descartes, René; “Discurso del
método” y “Meditaciones metafísicas”;
Colección Austral; Espasa – Calpe, S.A.; Madrid; 1975.
[5] García Morente, Manuel;
“Lecciones preliminares de filosofía”;
Editorial Losada S.A.; Bs. As.; 1938.
[6] Nota – Es importante destacar que Hume entiende a la experiencia como un
conjunto de impresiones de las cuales desconocemos sus causas.
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