miércoles, 9 de marzo de 2016

Racionalismo - Empirismo

    Profesora: Antonella Mármol Vila.
    Asignatura: Filosofía.
    Curso: 5º año.
Racionalismo - Empirismo

¿Cuáles son las fuentes del conocimiento?

Uno de los principales problemas gnoseológicos abordados por la teoría del conocimiento es aquel que se cuestiona dónde se originan los conocimientos que poseemos los seres humanos. Frente a la problemática de determinar su origen, han surgido distintas respuestas, cada una de las cuales intenta brindar una explicación que pueda dar solución a interrogantes tales como: ¿Dé dónde surgen nuestros conocimientos?; ¿Provienen todos del mundo exterior y son captados por nuestros sentidos o es que por el contrario nacemos ya con determinados conocimientos, los cuales podemos desarrollar y acrecentar con la ayuda de los sentidos?
Pues bien, para trabajar sobre lo planteado debemos remitirnos a dos doctrinas filosóficas que se ocupan de brindar una explicación respecto del origen de los conocimientos, cada una de las cuales se apoya para ello en ciertos postulados que resultan no ser compatibles con los propios de la doctrina contraria. Nos estamos refiriendo concretamente al racionalismo y al empirismo.

                                                                     Racionalismo


Es la corriente filosófica nacida en Francia durante el Siglo XVII, la cual sostiene que el inicio de nuestros conocimientos no se encuentra en los datos que nos son proporcionados por nuestros sentidos, sino que los conocimientos que poseemos tienen como punto de partida las ideas propias del espíritu humano.
Johannes Hessen, ofrece una definición de la doctrina que es interesante presentar en esta instancia, debido a que en la misma se mencionan de forma clara y explícita cuáles son aquellas características definitorias de la misma, lo cual es expresado por el filósofo de la siguiente manera: “La posición epistemológica que ve en el pensamiento, en la razón, la fuente principal del conocimiento humano, se llama racionalismo (de ratio = razón). Según él, un conocimiento sólo merece, en realidad, este nombre cuando es lógicamente necesario y universalmente válido. Cuando nuestra razón juzga que una cosa tiene que ser así y que no puede ser de otro modo; que tiene que ser así, por tanto, siempre y en todas partes, entonces y sólo entonces nos encontramos ante un verdadero conocimiento, en opinión del racionalismo. (…) Todo verdadero conocimiento se funda, según esto - así concluye el racionalismo -, en el pensamiento. Éste es, por ende, la verdadera fuente y base del conocimiento humano.” [1]
Pues bien, en base a lo anteriormente señalado, nos es posible expresar que toda postura filosófica que considere a la realidad ordenada, y por tanto descifrable, gobernada por ciertos principios inteligibles, se apoya en los postulados adoptados por el racionalismo (véase anexo 1). Dicho esto, puede resultar de gran ayuda remitirnos a Galileo Galilei (matemático, físico, astrónomo y filósofo italiano) quien proporcionó una explicación metafórica que resulta ser de gran ayuda para entender la esencia del pensamiento racionalista, a saber: la idea de que el mundo es como un libro que se encuentra escrito con caracteres matemáticos, y que por lo tanto, es totalmente legible y comprensible.
El racionalismo, concibe que es posible llegar a adquirir conocimientos científicos válidos universalmente y a los cuales es posible acceder a través de la razón. En este sentido, es importante señalar que la obra “Discurso del método” de René Descartes - quien es considerado como uno de los mayores exponentes del racionalismo - puede considerarse como el manifiesto en donde se encuentran contenidas las ideas que fundamentan las principales características de la doctrina en cuestión, ya que en dicha obra se afirma la posibilidad de construir todo el saber humano sobre ciertas evidencias que la mente intuye como ideas claras y distintas (conceptos que serán trabajados cuando trabajemos sobre la concepción del conocimiento como representación).
Uno de los principales postulados de esta doctrina es la afirmación de la existencia de las denominadas ideas innatas, es decir, ideas con las cuales el sujeto nace, y que por lo tanto no se adquieren a partir de la experiencia sensorial, sino que se hallan  grabadas en el espíritu o mente humana. Descartes expresa esto en un pasaje de su obra “Meditaciones metafísicas” de la siguiente manera: “Lo que me parece que ahora he de tratar especialmente es el hecho de que encuentro en mí innumerables ideas de ciertas cosas que, aun cuando tal vez no existan fuera de mí, no se puede decir por ello que no sean nada; y aunque las piense a mi arbitrio no las invento yo, sino que tienen una naturaleza verdadera e inmutable.”  [2]
Refiriéndonos concretamente a la razón (res cogitans), de la cual se derivan los conocimientos humanos según el racionalismo, debemos expresar que Descartes concibe que la misma, además de ser idéntica en todos los hombres (debido a que, según su pensamiento es la “cosa” mejor repartida en el mundo, ya que todos tenemos razón) es la única guía que debe seguir el científico en su labor. Según dicha concepción, el racionalista no debe dejarse influenciar por prejuicios ni tampoco permitir que teorías que resultan ser imposibles de demostrar interfieran en los recorridos que debe caminar el entendimiento humano. Es a partir de dichas consideraciones que podemos comprender por qué el racionalismo otorgó tanta relevancia a los conocimientos matemáticos.
Ahora bien, una vez señaladas las características definitorias del racionalismo, resulta interesante presentar también ciertas reflexiones críticas que Hessen ha esbozado en referencia al mismo, las cuales son exhibidas a continuación: “El mérito del racionalismo consiste en haber visto y subrayado con energía la significación del factor racional en el conocimiento humano. Pero es exclusivista al hacer del pensamiento la fuente única o propia del conocimiento. Como hemos visto, ello armoniza con su idea del conocimiento, según el cual todo verdadero conocimiento posee necesidad lógica y validez universal. Pero justamente este ideal es exclusivista, como sacado de una forma determinada del conocimiento, del conocimiento matemático. Otro defecto del racionalismo (con excepción de la forma últimamente citada) consiste en respirar el espíritu del dogmatismo. Cree poder penetrar en la esfera metafísica por el camino del pensamiento puramente conceptual. Deriva de principios formales, proposiciones materiales; deduce, de meros conceptos, conocimientos. (Piénsese en el intento de derivar del concepto de Dios su existencia; o de definir, partiendo del concepto de sustancia, la esencia del alma.) Justamente este espíritu dogmático del racionalismo ha provocado una y otra vez su antípoda, el empirismo.” [3]
La crítica expresada por Hessen, apunta a señalar las deficiencias de la concepción racionalista, precisamente, al identificar a la razón como poseedora de un valor absoluto, con lo cual resulta inevitable el menosprecio dirigido a los datos sensoriales, es decir, aquellos datos provenientes de la experiencia y que adquirimos a través de nuestros sentidos.
Asimismo, es importante destacar que, una de las consecuencias de adherir a una postura tan radical como lo es el racionalismo, puede conducir a menospreciar incluso la necesidad de verificar las teorías en la práctica, es decir, de llevar a cabo la contrastación empírica, es por ello que al enfrentarse de esta manera con los postulados esenciales del empirismo, en muchas ocasiones el racionalismo terminó por hacer propia una postura mediante la cual se hacía imposible realizar un desarrollo cabal de las ciencias, ya que según lo señalado con anterioridad, los trabajos científicos no son concebidos como descripciones de la realidad natural, sino la construcción de modelos teóricos que no han de ser sometidos a experimentación.

                                                                      Empirismo

š                                                                     ¿Los conocimientos derivan de los sentidos o éstos nos engañan?

Para comenzar a señalar los caracteres definitorios de empirismo, nos remitiremos nuevamente a Hessen, quien nos brinda una definición del mismo, a saber: “El empirismo (de έμπειρία = experiencia) opone a la tesis del racionalismo (según la cual el pensamiento, la razón, es la verdadera fuente del conocimiento) la antítesis que dice: la única fuente del conocimiento humano es la experiencia. En opinión del empirismo, no hay ningún patrimonio a priori de la razón. La conciencia cognoscente no saca sus contenidos de la razón, sino exclusivamente de la experiencia. El espíritu humano está por naturaleza vacío; es una tabula rasa, una hoja por escribir y en la que escribe la experiencia. Todos nuestros conceptos, incluso los más generales y abstractos, proceden de la experiencia. Mientras el racionalismo se deja llevar por una idea determinada, por un ideal de conocimiento, el empirismo parte de los hechos concretos. Para justificar su posición acude a la evolución del pensamiento y del conocimiento humano. Esta evolución prueba, en opinión del empirismo, la alta importancia de la experiencia en la producción del conocimiento. El niño empieza por tener percepciones concretas. Sobre la base de estas percepciones llega paulatinamente a formar representaciones generales y conceptos. Éstos nacen, por ende, orgánicamente de la experiencia. No se encuentra nada semejante a esos conceptos que existen acabados en el espíritu o se forman con total independencia de la experiencia. La experiencia se presenta, pues, como la única fuente del conocimiento.” [4]
A partir de la definición planteada, podemos comenzar a visualizar no sólo las notas distintivas de dicha doctrina filosófica, sino también identificar las diferencias sustanciales que la misma presenta con relación al racionalismo. En efecto, mientras que para la postura racionalista el origen de los conocimientos se halla en la razón o pensamiento, para el empirismo el origen de los conocimientos se encuentra en la experiencia, es por ello que, como expresa García Morente, el empirismo puede ser definido como: “el esfuerzo más grande que se conoce en la historia del pensamiento humano para reducir el pensamiento a pura vivencia”. [5] Pues bien, ¿qué implica lo dicho? entre otras cosas, que no es posible que existan ideas que precedan a la experiencia, es decir, que no existen las llamadas ideas innatas.
La mente del sujeto, al nacer, no trae consigo conceptos ni ideas, y por lo tanto no puede llegar a conocer nada hasta que el sujeto comience a experimentar ciertas vivencias. Dicha concepción ha llevado a los empiristas a imaginar que la mente es como un papel en blanco, como una tabula rasa, en la cual se irán acumulando contenidos, por ejemplo mediante estímulos visuales o auditivos, entre otros, o a través de experiencias tales como la que nos brinda la educación.
Todo lo señalado, nos conduce a expresar que según dicha postura gnoseológica, el conocimiento halla su validez mediante su relación con la experiencia, y que entonces, resulta ser la experiencia la base de todos los conocimientos, de su origen y de sus contenidos también, lo cual implica a su vez que es necesario partir del mundo sensible (el mundo al cual accedemos mediante nuestros sentidos) a fin de poder elaborar conceptos, los cuales como consecuencia hallarán en lo sensible su justificación.
Pues bien, a fin de ilustrar la postura empirista, tomaremos una cita de texto perteneciente al filósofo empirista David Hume, quien en su obra “Investigaciones sobre el entendimiento humano” alude a la importancia que posee la experiencia [6] en la adquisición de los conocimientos, lo cual es expresado cuando el pensador en cuestión argumenta que: “(…) aunque nuestro pensamiento aparenta poseer esta libertad ilimitada, encontraremos en un examen más detenido que, en realidad, está reducido a límites muy estrechos, y que todo este poder creativo de la mente no viene a ser más que la facultad de mezclar, trasponer, aumentar, o disminuir los materiales suministrados por los sentidos y la experiencia.” [7]
Es de destacar que la idea expresada en el fragmento de texto, pretende subrayar la concepción humeana acerca de que no hay ninguna libertad en la razón humana, por el hecho precisamente de que los sujetos nos hallamos “atados” a los sentidos y a un funcionamiento mecánico de nuestro entendimiento. Como consecuencia, Hume concibe que el conocimiento humano se encuentra limitado al material que le proporcionan los sentidos.
Una vez mencionado lo anterior, me interesa destacar el hecho de que si nos remitimos a lo señalado en el primer repartido temático, en el cual se trabaja específicamente sobre el problema del conocimiento, recordaremos que el conocimiento fue definido, en sentido general, como una correlación entre un sujeto y un objeto, la cual se encontraba dada mediante el pensamiento, es decir, que como elementos esenciales del conocimiento se reconoce un sujeto cognoscente y un objeto cognoscible, cuya vinculación entre ambos se establece gracias al pensamiento, el cual obra en tanto bisagra. Es precisamente en este sentido que el filósofo español Manuel García Morente realiza una crítica al empirismo, particularmente al empirismo inglés, a través de la cual señala que quienes se reconocen empiristas, desconectan entre sí los tres elementos mencionados, y más precisamente, toman el elemento que corresponde al pensamiento y lo aíslan de los otros dos, haciendo del mismo una vivencia.
Según García Morente, el empirismo inglés elimina del pensamiento todo lo que éste tiene de lógico, y en ese sentido, manifiesta que la consecuencia de ello es la supresión de la objetividad de los conocimientos.






Bibliografía utilizada

-        Cuvillier, A.; “Filosofía general. Metafísica”; Editorial Alfa; Bs. As.; 1962.
-        Descartes, René; “Discurso del método” y “Meditaciones metafísicas”; Colección Austral; Espasa – Calpe, S.A.; Madrid; 1975.
-        Ferrater Mora; “Diccionario Filosófico Ferrater Mora”; Editorial Alianza; Madrid; 1979.
-        Frassineti De Gallo, Martha; Salatino De Klen, Gabriela; “Filosofía: Esa búsqueda reflexiva”; A-Z Editora; Bs. As.; 1993.
-        García Morente, Manuel; “Lecciones preliminares de filosofía”; Editorial Losada S.A.; Bs. As.; 1938.
-        Herder; “Diccionario de Filosofía”; Edición digital; Editorial Empresa Herder, Copyright; Barcelona; 1996-1998.
-        Hessen, J.; “Teoría del conocimiento”; Editorial Espasa-Calpe S.A., 10ª edición; Madrid, 1964.
-        Hume, David; “Investigaciones sobre el entendimiento humano”; Editorial Alianza; Madrid; 1983.




























[1] Hessen, J.; “Teoría del conocimiento”; Editorial Espasa-Calpe S.A., 10ª edición; Madrid, 1964.
[2] Descartes, René; “Discurso del método” y “Meditaciones metafísicas”; Colección Austral; Espasa – Calpe, S.A.; Madrid; 1975.

[3] Ídem nota 1.
[4] Ídem nota 1.
[5] García Morente, Manuel; “Lecciones preliminares de filosofía”; Editorial Losada S.A.; Bs. As.; 1938.
[6] Nota – Es importante destacar que Hume entiende a la experiencia como un conjunto de impresiones de las cuales desconocemos sus causas.
[7] Hume, David; “Investigaciones sobre el entendimiento humano”; Editorial Alianza; Madrid; 1983.

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