miércoles, 18 de marzo de 2020

6º DERECHO Nocturno - Liceo BB2

¡Hola alumnos! ¿Cómo les va? Estuve planificando el curso para esta primer semana, tal como avisé ayer en el comunicado publicado en este mismo blog.
En principio, les comparto la definición de "ser" que estábamos trabajando en clase.
 A continuación, un esquema con algunos ejemplos de problemas metafísicos:
Las sustancias referidas son las siguientes:

Como podrá apreciarse, en nuestro caso trabajaremos sobre la cuestión de la realidad y la inmortalidad del alma, según Platón.

NOTA: La idea es que registren estos contenidos en sus cuadernos tal como se los presento.
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Llegados a este punto, les recomiendo comenzar a leer el repartido de Metafísica (subido hace algunas semanas). Comenzamos así con el problema del CAMBIO y la PERMANENCIA. Allí encontrarán información de Heráclito y Parménides. Estúdienla e intenten comprender las posturas de estos dos pensadores antiguos sobre el problema mencionado. Para facilitar dicha comprensión, adjunto un video de los tantos que hay en la web. 
Claro está que pueden usar los recursos que mejor consideren. Recomiendo este en particular porque contiene información correcta, acotada y explicada de forma didáctica: 


NOTA: Cuando se menciona el término "arjé" (el cual puede encontrase escrito de varias maneras) se refiere al elemento primordial que dio origen al cosmos, el principio de todo. Los antiguos, concretamente los filósofos presocráticos (aquellos que vivieron y desarrollaron su pensamiento previo al de Sócrates) creía que existía en el universo un elemento primero del cual se deriva todo lo existente.

Adjunto a continuación, fragmentos seleccionados del libro de F. Copleston para poder comprender mejor el pensar de Heráclito y Parménides. Recorté mucho contenido porque es realmente extenso pero aún así creo que no perdió coherencia. Lo resaltado en azul es información que considero de importancia para lo que nos interesa estudiar de estos pensadores.


Liber Frederick Copleston
HISTORIA DE LA FILOSOFIA I - Grecia y Roma

CAPÍTULO V - HERÁCLITO

Heráclito, noble de la ciudad de Éfeso (…) hombre de temperamento melancólico, que
gustaba de vivir apartado y solitario.  El estilo de Heráclito parece haber sido un tanto oscuro, lo que en tiempos posteriores le granjeó el apodo de “el oscuro”. Esta manera de proceder no debió de ser del todo inintencionada; al menos, entre los fragmentos se hallan sentencias que dicen cosas
así: «La naturaleza gusta de ocultarse»; «El señor cuyo oráculo está en Delfos ni dice
ni esconde nada de lo que quiere significar, sino sólo lo indica por señas».
A Heráclito le conocen muchos por la famosa expresión que se le ha atribuido,
aunque, según parece, no es suya: «Todo fluye» Esto, en resumidas
cuentas, es lo que de él sabe mucha gente. Pero tal afirmación no constituye, por así
decirlo, el núcleo de su pensamiento filosófico, aunque sí sea, verdaderamente, un
aspecto importante de su doctrina: ¿Acaso no dijo aquello de que «es imposible
meterse dos veces en el mismo río, pues quienes se meten sumérgense en aguas
siempre distintas»? Platón observa, además, que «Heráclito dice en alguna parte que
todo pasa y nada permanece; y, comparando las cosas con la corriente de un río, dice
que no se puede entrar dos veces en el mismo río»
Sería, no obstante, un error suponer que Heráclito pretendiese enseñar que el
continuo cambio es la nada, pues esto lo contradice todo el resto de su filosofía11. Ni la
proclamación del cambiar es tampoco el rasgo más importante y significativo de su
pensamiento. Heráclito insiste en su «Palabra» [Logos], o sea, en su especial mensaje
a la humanidad, y no es creíble que se hubiese sentido con derecho a hacerlo así si tal
mensaje se redujera a la obvia verdad de que las cosas cambian incesantemente,
verdad que ya habían considerado los otros filósofos jonios y que apenas parecería
novedosa. No, la contribución original de Heráclito a la filosofía ha de buscarse en
otra parte: consiste en su concepción de la unidad en la diversidad, de la diferencia en la unidad.
Para él, la lucha de los contrarios entre sí, lejos de ser una tacha en la
unidad del Uno, le es esencial al ser mismo del Uno. En efecto, el Uno solamente
puede existir en la tensión de los contrarios: esta tensión es esencial para la unidad
del Uno.
La realidad es una según Heráclito. Heráclito enseña, en efecto, que la realidad cambia constantemente, que pertenece a su naturaleza esencial el cambiar; pero esto no debe interpretarse como si, para él, no hubiese en absoluto una realidad cambiante.
«Los hombres no comprenden que lo diferente concierta consigo mismo
y que entre los contrarios hay una armonía recíproca, como la del arco y la lira.»
Para Heráclito, pues, la realidad es una; pero, al mismo tiempo, es múltiple, y esto no
de un modo meramente accidental, sino esencialmente. Para que exista el Uno, es
esencial que sea a la vez uno y múltiple, identidad en la diferencia.
Mas, ¿qué quiere decir esto del Uno en lo múltiple? Para Heráclito (…) la esencia de
todas las cosas es el fuego. A primera vista, quizá parezca que Heráclito se dedicase a
hacer meras variaciones sobre el viejo tema jonio, algo así como si, porque Tales
identificó la realidad con el agua y Anaxímenes con el aire, Heráclito, sólo por
distinguirse de sus predecesores, hubiese optado por el fuego. Pero en su elección
del fuego había algo más que semejante afán: tenía una razón positiva y muy buena
para fijarse en el fuego, un motivo muy relacionado con el pensamiento central de su
filosofía.
La experiencia sensible nos enseña que el fuego vive alimentándose de una materia
heterogénea a la que consume y transforma en sí. Brota, por así decirlo, de multitud
de objetos, que va transformando en sí, y sin esta provisión de materia se muere, deja
de arder. La existencia misma del fuego depende de esta «lucha», de esta «tensión».
La elección del fuego por Heráclito como naturaleza esencial de la realidad no se debió simplemente a un capricho, ni tampoco al interés por distinguirse de sus predecesores, sino que le fue sugerida por su idea filosófica esencial. «El fuego —dice— es falta y exceso», o sea, en otras palabras, es todas las cosas que existen, pero es esas cosas en una constante tensión de combate, de consunción, de inflamamiento y de extinción.
De modo que, si el fuego se alimenta de las cosas, transformándolas en sí al abrasarlas, les da también tanto como de ellas toma. «Todas las cosas se transforman en fuego y el fuego en todas las cosas, lo mismo que se cambia el oro por las mercancías y las mercancías por el oro.» Así, mientras la sustancia de cada clase de materia está siempre cambiando, la cantidad total de esas
especies de materia permanece la misma.
Pero lo que Heráclito trata de explicar no es solamente la relativa estabilidad de las
cosas, sino también la variable preponderancia de una clase de materia sobre las
otras, como se ve en el día y la noche, el verano y el invierno... (…)lo que llama Heráclito la «oculta armonía del Cosmos», armonía que asegura ser «mejor que la armonía manifiesta»
En suma, el Uno es sus diferencias, y las diferencias son ellas mismas el Uno.


CAPÍTULO VI – PARMÉNIDES

Parménides escribió en verso, y la mayoría de los fragmentos que de su obra
poseemos fueron conservados por Simplicio en su comentario. Resumida, su doctrina
quiere decir que el Ser, el Uno, “es”, y el devenir, el cambio, no pasa de mera ilusión.
Porque si algo empieza a ser, una de dos: o procede del Ser, o procede del No-Ser. Si
viene del primero, entonces ya es... y, en tal caso, no comienza entonces a ser; si viene
de lo segundo, no es nada, puesto que de la nada no puede salir nada. El devenir es,
por consiguiente, ilusorio. El Ser “es” simplemente, y es Uno.
(…) no ha de sorprender la insistencia con que recalca Parménides la radical distinción que hay entre el camino de la verdad y el camino de la creencia o de la opinión. Es muy probable que el camino de la opinión, expuesto en la segunda parte del poema, representase la cosmología de los pitagóricos; y como la filosofía pitagórica difícilmente se le ocurriría al hombre que se deja guiar sin más por el conocimiento sensible, no cabe sostener que la distinción de Parménides entre los dos caminos tenga toda la generalidad formal de la distinción hecha ulteriormente por Platón entre la ciencia y la opinión, entre el pensamiento y la sensación. Trátase más bien del rechazo de una filosofía determinada para defender otra filosofía determinada. No obstante, es cierto que Parménides rechaza la filosofía pitagórica.
Mas, el cambio y el movimiento son, con toda certeza, fenómenos que aparecen a los sentidos, de modo que, al rechazar el cambio y el movimiento, Parménides cierra el camino de las apariencias sensibles. Por lo tanto, no es inexacto decir que Parménides introduce la fundamental distinción entre la razón y la sensación, entre la verdad y la apariencia.
En la filosofía platónica vino a ser de capital importancia esta distinción, igual que tiene que serlo en todas las formas del idealismo.
Pero, aunque Parménides enuncia una distinción que había de convertirse en uno de
los dogmas fundamentales del idealismo, hay que vencer la tentación de hablar de él
como si él mismo hubiese sido idealista. Según veremos, hay una razón muy sólida
para suponer que, a los ojos de Parménides, el Uno es sensible y material, por lo que
hacer de nuestro filósofo un idealista objetivo a la manera de los del siglo 19 es
incurrir en un anacronismo: de la alegación del cambio no se sigue que el Uno sea
Idea.
(…) aunque Parménides afirma la distinción entre la razón y la sensación, no lo hace
para establecer un sistema idealista, sino para establecer un sistema monista
materialista, en el que el cambio y el movimiento son rechazados como ilusorios. Sólo
la razón puede aprehender la realidad, pero esa realidad que la razón aprehende es
material. Esto no es idealismo, sino materialismo.
Pasemos ahora a la doctrina de Parménides sobre la naturaleza del mundo. Su
primera gran aserción es la de que «lo Ente es». Lo «Ente», a saber, la Realidad, el
Ser, sea cual fuere su naturaleza, es, existe, y no puede no ser. Lo Ente es, y le es
imposible no ser. Del Ser puede hablarse, al Ser puedo yo hacerlo objeto de mi
pensamiento; pero el que yo pueda pensar y hablar del Ser es posible «porque lo
mismo es poder ser pensado que poder ser». Mas si «lo Ente» puede ser, luego es. ¿Por qué? Porque si, pudiendo ser, sin embargo no fuese, entonces sería la nada. Ahora bien, la nada no puede ser objeto del habla ni del pensamiento, por cuanto hablar de nada es no hablar, y pensar en nada es no pensar en absoluto. Además, si «lo Ente» tan sólo pudiese ser, entonces, por paradoja, nunca podría llegar a ser, pues tendría que proceder de la nada, y de la nada no procede nada. Por lo tanto, el Ser, la Realidad, «lo Ente», no fue primero posible, es decir, nada, y después existente, sino que siempre ha existido; con más exactitud: «lo Ente es».
¿Por qué decimos que «con más exactitud, lo Ente es»? Por esta razón: si algo viene al
ser, ha de provenir o del ser o del no-ser. Si decimos que proviene del ser, entonces no
proviene en verdad, no se da un auténtico venir a ser, pues lo que del ser proviene ya
es. Y si dijéramos que proviene del no-ser, entonces el no-ser habrá de ser ya algo,
para que de ello pueda surgir el ser; mas aquí hay contradicción. Por consiguiente, el
Ser, «lo Ente», no surge ni del ser ni del no-ser: nunca ha empezado a ser, sino que
simplemente es. Y como este razonamiento es aplicable a todo ser, jamás empieza a
ser o deviene cosa alguna. Pues si algo, aun lo más insignificante, cambiase alguna
vez, se presentaría siempre la misma dificultad: ese algo, ¿proviene del ser o del no ser?
Si lo primero, ya sería, ya existiría; si lo segundo, incurriríamos en contradicción,
puesto que el no-ser es la nada y no puede dar origen al ser. Por lo tanto, el cambio, el devenir, y el movimiento son imposibles. Y, según esto, «lo Ente es». «Uno solo es el camino que nos queda: el de decir que lo "Ente es". Y en este camino hay múltiples indicios de que, lo que es, es increado e indestructible, pues es completo, imperturbable e infinito.

ACTIVIDAD: Estudiado el pensamiento de Heráclito, escuchar la canción de "El Cuarteto de Nos" llamada "Ya no sé qué hacer conmigo" (subida al blog). Intentar realizar un análisis de la misma, tratando vincular su contenido con algunas ideas de Heráclito sobre el devenir, lo uno y lo múltiple. 
En principio esta tarea es para registrar en la cuadernola pero sería bueno poder hacerla en documento digital (ejemplo, hoja de word) por si en los siguientes días, al estar operativa la plataforma CREA, comenzamos a trabajar en otra modalidad.

NOTA: Todo este material sirve para que vayan trabajando esta semana y la próxima. 










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