Filosofía de la Ciencia
– Un perfil crítico
acerca de
la labor
científica
–
Selección
de texto perteneciente a la obra “La construcción del conocimiento científico:
filosofía y ética de la ciencia”,
de Gérard
Fourez.
Cap. 2 El método
científico:
La observación
Un método dialéctico
En las páginas
siguientes, emplearemos un método crítico dialéctico. Según este método,
se parte de cómo, espontáneamente, la gente se representa algo. Un análisis crítico
muestra los límites de esa representación. Finalmente, se llega a ofrecer otra
forma de ver. Este método se llama dialéctico porque reproduce un esquema que
se ha dado a conocer a partir de Hegel: primero se afirma una tesis, es decir,
la manera en que se presenta la realidad. Después se presenta una antítesis, o
sea, una negación de la tesis, negación que está provocarla por la aparición de
otros puntos de vista. Finalmente, se presenta una síntesis que es un nuevo
modo de ver, consiguiente a la crítica que se ha hecho.
Sin embargo, la síntesis
no es una visión absoluta de las cosas: es sencillamente una nueva forma de ver
tras el proceso dado. Se convierte en una nueva tesis, que a su vez se podrá
confrontar con una antítesis, para dar una nueva síntesis, que a su vez se convertirá
en una nueva tesis, etc.
Para ilustrar este
método, supongamos que vemos a una persona que abre el capó de su coche. Tras
una primera "mirada", nuestra representación-interpretación
espontánea podría ser: "Está comprobando el nivel del aceite". Se
diría que esa es la "tesis".
Luego, por no estar
satisfechos con esa interpretación y después de un examen más detallado,
podemos decir: "No es el aceite lo que le importa". Finalmente, esto
puede llevar al planteamiento de una nueva forma de ver (hipótesis), por
ejemplo: "Comprueba el carburador". El proceso puede continuar y se
puede negar esa nueva "tesis", se puede dar una
"antítesis", luego una nueva síntesis. La afinación crítica se hará
cada vez que la nueva "tesis" ya no satisfaga nuestros proyectos.
El método que aquí se
presenta se caracteriza por la sustitución incesante de las representaciones
teóricos que tenemos de las cosas. Proponer un método semejante es privilegiar
las rupturas típicas del paso de un estadio de conocimiento a otro. Veremos cómo
al contrario se puede privilegiar la continuidad, por ejemplo, presentando el
movimiento de los conocimientos como un proceso racional, completamente
lógico, en el que, necesariamente, un estado se deriva del otro.
Más adelante veremos
algunas implicaciones por el hecho de privilegiar la ruptura creadora en el
conocimiento, más que la continuidad. Señalemos aquí simplemente que encontramos
un punto de bifurcación significativo entre filósofos de las ciencias.
Algunos darán más
importancia a la continuidad, otros a la ruptura. Más tarde habrá que examinar
que los efectos de esa elección sobre la cultura y la sociedad -sus efectos "ideológicos"-
no son en absoluto equivalentes.
Una "tesis": la representación de Claude
Bernard
En este capítulo vamos a
examinar el método científico partiendo de una representación relativamente
corriente en nuestra sociedad (S.N.E.C. 1979), tomada, con muchas simplificaciones, de Claude
Bernard. Este médico del siglo XIX escribió un libro importante llamado Introducción
al estudio de la medicina experimental (1865, 1934) en el que describe el
método científico con habilidad y matices, muchos más de los que se encuentran
en la mayoría de los manuales de ciencias actuales que, sin embargo, dicen
seguir el mismo esquema.
En general, una
descripción clásica del método científico funciona de la siguiente manera:
"Las ciencias parten de la observación fiel de la realidad. Seguidamente,
se extraen las leyes de esa observación. Esas leyes se someten a comprobaciones
experimentales y se prueban. Esas leyes probadas, finalmente se unen en teorías
que describen la realidad".
Este es el modelo que
vamos a examinar por medio del método dialéctico, mostrando cómo se puede tornar
cierta distancia respecto de la visión espontánea obtenida de la observación,
las leyes, las pruebas, los procesos de comprobación, etc., de forma que se logre
tina visión siempre más crítica.
Esquema de la más
espontánea representación de los métodos científicos (por estar socialmente
condicionada):
- "observación"
"fiel" de la "realidad";
- "deducción" o
"hipótesis" en relación a las "leyes",
-
"comprobaciones" experimentales;
- "pruebas";
- construcción de
"teorías".
La observación científica
Según la visión
espontánea que la mayoría de las personas tiene de la observación, ésta llega a
las cosas "tal y como son". Por eso se dice con frecuencia que la observación
debe ser fiel a la realidad y que en la comunicación de una observación sólo se
puede informar de lo que existe. La observación sería una nueva atención pasiva,
un puro estudio receptivo.
En el mundo existirían
una serie de informaciones que habría que recibir lo más fielmente posible.
Observar es estructurar un modelo teórico
Si digo que hay una hoja
de papel en el escritorio, sólo puedo decirlo a condición de tener una idea
previa de lo que es una hoja de papel. Igualmente, si digo que se me cae el
bolígrafo cuando lo suelto, tengo ya cierta idea "teórica" de lo que
es arriba y lo que es abajo. Si observo el dibujo de la página, según lo
organice, veré un pato o un conejo, una escalera vista desde arriba o vista
desde abajo.
Si tomamos en
consideración la figura de Hanson (1958), podremos además convencernos de que
nuestra observación depende del contexto: según sea éste, tenderemos más a
interpretar el dibujo como una cabeza de pájaro o como una de antílope: la
forma en que nuestro entorno nos condiciona, influye de modo manifiesto en
nuestro modo de "mirar".
Estos ejemplos demuestran
que la observación no es puramente pasiva: más bien se trata de cierta organización
de la visión. Si observo lo que hay sobre mi escritorio, para mí es una
forma de poner orden en lo que observo. Sólo veré las cosas en la medida en que
éstas se correspondan con un cierto interés. Casi automáticamente eliminaré de
mi visión elementos ''que no forman parte de lo que observo" (por ejemplo,
si examino lo que hay en un encerado en una clase, eliminaré lo que está mal
borrado de la clase anterior) (cf. Fourez, 1974, pp. 19-42).
Cuando observo,
"algo" siempre tengo que describir "lo". Para lo cual
utilizo una serie de nociones que ya tenía antes: éstas se refieren siempre a
una representación teórica, generalmente implícita. Sin esas nociones que me
permiten organizar mi observación, no sé qué decir. Y en la medida en que
carezca de un concepto teórico adecuado, estoy obligado a apelar a otros
conceptos de base: por ejemplo, si quiero describir la hoja que está sobre mi
escritorio y no tengo noción de hoja, haré de ella una descripción hablando de
esa cosa blanca que esta sobre mi escritorio, sobre la que parece haber líneas
con cierta regularidad y también con cierta irregularidad, etc. (…)
Por tanto, para observar
hay siempre que referir lo que se ve a nociones previas. Una observación es una
interpretación: es integrar determinada visión en la representación teórica
que nos hacemos de la realidad. (…)
Todas las proposiciones
empíricas dependen de una red de hipótesis interpretativas de la experiencia. (…)
Lo que da a la
observación una impresión de inmediatez es que no se cuestionan las teorías que
sirven de base para la interpretación; la observación es cierta interpretación
teórica no contestada (al menos de momento). Mientras que si, al
observar una flor en mi escritorio,
cuestiono mi concepto de "flor", ya no tendré la sensación de
observar, sino de teorizar. Una observación seria por lo tanto, una forma de
mirar el mundo, integrándolo en la visión teórica antigua y aceptada. Esa
ausencia de elemento teórico nuevo es lo que produce el efecto "convencional"
o "cultural" de observación directa de un objeto. Podemos
observar el bolígrafo que está en el escritorio si -y tan sólo si tenemos el
concepto de "bolígrafo. Pero si se duda de la adecuación de ese esquema de
interpretación, llevaremos la observación a otro discurso (siempre teórico)
hablando, por ejemplo, de ese objeto redondo, alargado, y blanco que está en el
escritorio. Luego, eventualmente se planteará como tesis teórica que eso podría
considerarse un bolígrafo.
Por decirlo una vez más
con otras palabras, observar es ofrecerse un modelo teórico de lo que
vemos, utilizando las representaciones teóricas que teníamos (Husserl en Merleau-Ponty,
1945). En esta perspectiva, la observación es ya una actividad de continuación
teórica.
¿Qué es un "hecho" ?
Por lo tanto, no
observamos pasivamente, sino que estructuramos lo que queremos observar,
utilizando las nociones que parecen útiles para tener una observación adecuada,
es decir, que responda al proyecto que tenemos. Entonces es cuando decimos
que observamos "hechos" (de una forma algo chusca, la
etimología de la palabra "hecho" remite a su carácter construido, aun
cuando evidentemente no se le llama "hecho" por eso). Si, por
ejemplo, digo que "el sol gira alrededor de la tierra es un hecho",
indico sencillamente cuál es mi interpretación teórica, la que me permite entender
(y por lo tanto utilizar) el mundo. Digo que es un "hecho" si creo
que es algo indiscutible, que nadie, al menos por ahora, cuestiona. (Sin embargo,
lo que para unas generaciones fue un hecho, más tarde se ha cuestionado, a
partir del momento en que se ha tenido otra representación teórica: así, lo que
se ha convertido en un hecho, es que la tierra gira alrededor del sol).
Lo que llamamos un
hecho ya es un modelo teórico de interpretación que habrá que establecer o probar (Bachelard, 1971; Duhem,
1906).
¿Objetividad absoluta u objetividad socialmente
instituida?
Pero entonces, ¿qué
ocurre con los objetos que observamos? Tenemos la clara sensación de ver las
cosas con objetividad, tal y como son. El problema de esta manera de ver, es
que parte de una definición espontánea de la objetividad que sería
"absoluta", es decir, sin relación alguna con otra cosa. Ahora bien,
parece que no podemos hablar de un objeto más que mediante un lenguaje
-realidad cultural- que se puede utilizar para explicárselo a los demás. No
puedo hablar de la lámpara que está sobre la mesa si no es a condición de tener
suficientes elementos de leguaje, comunes y convencionales para que me
entiendan.
Hablar de objetos es
siempre situarse en un universo convencional de lenguaje. Por eso, se puede
decir que los objetos son objetos en virtud de su carácter institucional, lo que
quiere decir que son objetos en virtud de las convenciones culturales de
lenguaje.
Un objeto sólo lo es a
condición de ser semejante objeto descriptible, comunicable en un lenguaje.
Dicho con otras palabras, hablar de "objetos" es establecer una
relación de equivalencia entre una manera de establecer acuerdos para hablar
del mundo.
Decir que
"algo" es objetivo es por lo tanto decir que es "algo" de
lo que se puede hablar con sentido; es situarlo en un universo común de
percepción y comunicación, en un universo convencional, instituido por una
cultura. Si, por el contrario, quisiera hablar de un "objeto" que no
tuviera cabida en ningún lenguaje, mi visión sería puramente subjetiva, no
comunicable; en último extremo, loca. El mundo se convierte en
objetos en las comunicaciones culturales. La objetividad -en todo caso, así
entendida- no es absoluta, sino relativa a una cultura. (…)
Los objetos no están
dados en sí, independientemente de todo contexto cultural. Sin embargo, no son
construcciones subjetivas en el sentido corriente de la palabra, es
decir, "individuales": precisamente, gracias a una manera común de
verlos y describirlos, los objetos son objetos. Si, por ejemplo, quiero hacer
de la flor otra cosa distinta a la prevista en mi cultura, se sacará la conclusión de que estoy loco. No puedo
describir el mundo según mi subjetividad; tengo que integrarme en algo más
amplio, una institución social, es decir, una visión organizada
admitida comunitariamente. (…)
Para ser
"objetivo", tengo que integrarme en el entramado social: eso es lo
que me permitirá comunicar mis visiones a los demás; sin eso, dirán
sencillamente que soy subjetivo. (…)
En otras palabras, el
lugar de la objetividad no es ni una realidad en sí absoluta, ni la subjetividad
individual, sino la sociedad y sus convenciones organizadas e instituidas
(cf. Bloor, 1976, 1982). (…)
La ideología de la inmediatez científica
A pesar de los análisis
que demuestran el carácter instituido de la observación y sus reglas, la
ideología de la "fiel observación de los hechos" permanece viva. Para
muchos, observar es simplemente situarse pasivamente frente al mundo tal y como
es. Así se enmascara el carácter construido y social de toda observación; nos
negamos a ver que
"observar" es
integrar al mundo en los proyectos que tenemos. Esa difuminación del sujeto
(a la vez individual y social, empírico y transcendental o científico) no
es inocente. Al ocultarlo de este modo, nos ofrecemos la imagen de una
objetividad absoluta, independiente de todo proyecto humano. Es una
forma de "absolutizar" la visión científica y nuestra visión
del mundo y de velarnos su particularidad. Tendremos que interrogarnos sobre
las razones por las cuales las prácticas científicas borran tan bien sus
orígenes hasta el punto de que J.M. Lévy-Leblond ha podido decir que generalmente
se habla de "cientificidad" cuando nos encontramos con un saber cuyos
orígenes han desaparecido; los saberes de la vida cotidiana, aquellos de
los que vemos aún a qué proyecto van unidos, rara vez se llaman
científicos.
De ahí proviene cierta
ingenuidad semejante a la de nuestros antepasados cuando pensaban que estábamos
civilizados, mientras que las demás sociedades del mundo no lo estaban. Creemos
fácilmente que nuestra observación científica del mundo tiene una objetividad
absoluta. Hacer un juicio semejante sólo es posible a condición de ocultar la particularidad
de nuestra visión de nuestra sociedad y de nuestra situación.
Frecuentemente, esta
difuminación desemboca con una sociedad tecnocrática en la que se
querrán fundamentar o legitimar decisiones socio-políticas o éticas sobre razonamientos
científicos que se pretenden neutros o absolutos (cf. I. Stengers en Fourez,
1986).
Pero toda observación
conlleva un elemento de fidelidad. En el trabajo científico se da la
fidelidad a las convenciones que nos permiten trabajar juntos en nuestra
aprehensión del mundo. También existe fidelidad en el sentido de que toda
observación, o todo trabajo teórico, se sitúa en una comunidad humana y con
ella se relaciona. Y esa comunidad está a su vez relacionada con una historia,
con un mundo que no controlamos. De forma que no observamos sencillamente lo
que queremos ver, sino que nos insertamos en lago más, en una historia
humana y en un mundo.
Preguntas para reflexionar luego de la lectura:
1.- ¿En qué consiste el método dialéctico para
este autor y cómo se aplica al objeto de estudio (la observación)?
2.- ¿Qué es observar? Compare esta postura con
la de los neopositivistas.
3.-
¿En qué consiste la ideología de la inmediatez
científica?
Material extraído del libro:
– Fourez, G.; “La construcción del conocimiento científico: filosofía y ética de la
ciencia”; Ediciones Narcea S.A.; España.