Prof.
Antonella Mármol Vila.
Asignatura:
Filosofía.
Curso: 4to año.
- Cultura -
Definiciones:
1. “Un complejo que comprende
conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, usos y otras capacidades y
usanzas adquiridas por el hombre en cuanto es miembro de una sociedad.” Edward
Tylor; “Primitive culture”; Londres,
1871; p. 1.
2. “Cultura es una palabra
proveniente del latín, que significa “cultivo” y en este sentido podría
entenderse como el acto de cultivar y mejorar las facultades físicas, morales e
intelectuales del hombre (…) la cultura es lo realizado por el hombre, ya sea
transformaciones materiales o creaciones sociales, científicas, artísticas, religiosas,
éticas, etcétera, que le ayudan directa o indirectamente a satisfacer sus
necesidades.” Cuauhtemoc Anda Gutiérrez; “Introducción
a las ciencias sociales”; México.
3. “El término cultura tal como lo
usan los sociólogos tiene un significado mucho más amplio que el común. En su
uso más generalizado se refiere a las cosas “superiores” de la vida (pintura, música,
poesía, escultura, filosofía), el adjetivo “culto” se halla muy próximo a cultivado
o refinado. Pero en su acepción sociológica, cultura se refiere a la
totalidad de lo que aprenden los individuos como miembros de una sociedad, es
un modo de vida, de acción y de sentimiento.” Ely Chinoy; “Introducción a la sociología”; 1986.
4. “Hay una falsa idea Popular de
que algunos miembros de la sociedad tienen cultura mientras que otros no. Desde
un punto de vista sociológico, todos los seres humanos adultos y normales
tienen cultura. Esta es la suma total de los rasgos de comportamiento y de las
creencias características, aprendidas por los miembros de una sociedad.” Cohen.
Los
cerca de 7000 millones de personas que habitan la Tierra son miembros de la
misma especie biológica: el homo sapiens. Aún así, las diferencias que hay
entre ellas en términos de cultura y costumbres son extraordinarias. A veces
nos pueden parecer divertidas, otras nos dejan completamente desorientados pero
en su conjunto son abrumadoras. Muchas diferencias son puramente una cuestión
de convenciones sociales. El blanco, por ejemplo, es el color de luto para los
chinos mientras que los europeos utilizan el negro. El número de la mala suerte
entre los chinos es el 4, mientras que en la cultura occidental es el 13. Podemos
poner otros ejemplos más divertidos referidos a los besos, por ejemplo: en
Europa la gente se besa en público pero en China sólo en privado. Los españoles
o los franceses cuando saludan se besan dos veces, una a cada lado, los belgas
tres pero los nigerianos no besan para saludar a una persona. En las bodas
europeas los novios se besan, en las coreanas hacen una pequeña reverencia y en
Camboya el novio toca con la nariz la mejilla de la novia.
Pero hay
otras diferencias más profundas y más importantes que las que se refieren a las
convenciones sociales. Hay sociedades muy prolíficas y otras sociedades en que
se considera que no es bueno tener muchos hijos. Hay sociedades que veneran a
los ancianos y otras que les relegan a un segundo término. Hay sociedades
pacíficas y otras que están orientadas a la guerra. Hay diferencia también en
cuanto a las creencias religiosas, el arte o la música. Para resumir, aunque
todos somos miembros de la misma especie hemos desarrollado ideas diferentes de
lo que es agradable o repulsivo, correcto o grosero, bonito o feo, o de lo que
es moral o inmoral. Estas diferencias tan sorprendentes son diferencias
culturales.
¿Cómo
se adquiere y transmite la cultura?
Se hace
mediante el proceso de “endoculturación”,
el cual se define como “una
experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y parcialmente inconsciente,
a través de la cual la generación de más edad invita, induce y obliga a la
generación más joven a adoptar los modos de pensar y de comportarse tradicionales”.
(Judith Harris, 2011).
La cultura ¿nos ata unos a
otros y a las generaciones pasadas o nos ayuda a desarrollar la facultad de
pensar y de actuar según nuestros propios juicios y criterios individuales?
A lo
largo de la evolución humana, la cultura ha sido nuestro mejor mecanismo de
supervivencia. Los seres humanos no
pueden vivir sin una cultura. Pero la cultura acarrea también muchos
inconvenientes. Podemos ser los únicos animales que nos ponemos nombre a
nosotros mismos, esta capacidad simbólica, sin embargo, también nos hace ser
los únicos seres capaces de experimentar alienación. La cultura, además, es una
cuestión de hábito: limita nuestras opciones y nos lleva a reproducir o repetir
pautas peligrosas como los prejuicios raciales, por ejemplo, que se aprenden
generación tras generación. También en la era electrónica es sorprendente hasta
qué punto la industria y los medios de comunicación de masas pueden manipular a
las personas convenciéndolas para que vean la última película o para que se
vistan a la última moda.
Además,
la importancia que se da en nuestra sociedad a la competencia y al logro
personal termina aislándonos unos de otros, buscando todos destacar sobre los
demás o conseguir la excelencia. Tenemos aparatos y tecnologías que hacen
nuestra vida más fácil pero nuestra obsesión por comprar y consumir todas estas
cosas nos está alejando de los demás y haciéndonos olvidar la satisfacción que
nos puede producir mejorar nuestras relaciones personales o cultivar nuestras
facultades humanas o espirituales. Poniendo tanto énfasis en la libertad
personal podemos ganar cosas muy valiosas, ciertamente (autonomía, intimidad, etcétera)
pero también podemos perder el sentimiento de que pertenecemos a una comunidad
que puede ayudarnos en momentos difíciles y que nos necesita para ir
resolviendo infinidad de problemas.
Cultura
y libertad
Se
podría decir que los seres humanos son prisioneros de su cultura de la misma
forma que otras especies lo son de factores puramente biológicos. Pero hay una
diferencia crucial, sin embargo: mientras que otras especies actúan siguiendo
el dictado de sus instintos en unos entornos que no pueden alterar, la especie
humana tiene la capacidad de crear una y otra vez su propio entorno, que pasa a
ser un entorno cultural. Así pues, y a pesar de que en ocasiones nos pueda
parecer que la cultura limita nuestras posibilidades de acción, la realidad es
que la cultura encarna exactamente lo contrario: nuestra capacidad de imaginar
y crear distintos tipos de sociedad. Además, lejos de ser estática, la cultura
está en continuo proceso de transformación y esto supone un estímulo constante
a nuestra inventiva y capacidad de imaginación. Cuantas más cosas sepamos
acerca de nuestra cultura, mejor equipados estaremos para usar la libertad que
nos ofrece.
Etnocentrismo
y relativismo cultural
Quizá
el filósofo chino Confucio tenía razón cuando decía que“Todas las personas
son iguales. Sólo son sus costumbres las que son diferentes.” Muy
posiblemente, cualquier hábito social que nos venga a la cabeza varía de alguna
forma a lo largo y ancho del planeta. Esto puede divertir al viajero pero
también le puede molestar o enfurecer. Por poner un par de ejemplos: en el
Reino Unido se conduce por la izquierda y esto generalmente confunde al turista
que viene de Europa continental. Los egipcios se acercan mucho a uno cuando le
hablan, al menos desde el punto de vista de un norteamericano, por ejemplo, que
puede sentirse muy agobiado.
Dado
que cada cultura conforma una determinada visión del mundo no es de extrañar
que exista etnocentrismo, esto es, el hábito de juzgar otra
cultura según los parámetros de la propia.El etnocentrismo es una
disposición natural y universal que resulta de estar muy vinculado
emocionalmente a la cultura donde uno ha crecido.El etnocentrismo puede dar
lugar a equívocos o malentendidos o incluso al conflicto.
¿Hay
alternativa al etnocentrismo? La alternativa lógica es mirar o considerar los
rasgos de otra cultura desde esa misma cultura y no desde la nuestra.
El
relativismo cultural es una corriente de pensamiento que postula la
idea de que cada cultura debe entenderse dentro de sus propios términos y
subraya la imposibilidad de establecer un punto de vista único y universal en
la interpretación de las culturas. En la posición contraria, se sitúa el
universalismo cultural, que afirma la existencia de valores, juicios morales y
comportamientos con valor absoluto y, además, aplicables a toda la humanidad
(Centro Virtual Cervantes).
No es
extraño que al viajar a otros países experimentemos lo que se llama un choque
cultural, esto es, que estemos desorientados o como perdidos al vernos expuestos
a unas costumbres o estilo de vida distintos, a una cultura diferente que
cuestiona nuestros propios parámetros culturales.No hay rasgos culturales que
sean “naturales”, aunque la inmensa mayoría de la gente piense que sí los hay (y
que son los de su cultura, precisamente). Si hay algo natural en la especie
humana es esa capacidad de crear diferentes culturas, ninguna otra especie
animal tiene esta capacidad creativa.
Desde las hormigas hasta las cebras, cualquier otra especie animal tiene un
comportamiento uniforme, ordenado según las leyes de la biología. La diversidad
en el comportamiento humano contrasta directamente con la uniformidad del
comportamiento de los animales. La mayoría de los animales viven obedeciendo a
sus instintos, que son programas biológicos sobre los que el animal no tiene
ningún control.Unas pocas especies, como los chimpancés y otros primates, pueden
aunque de una forma extraordinariamente limitada, crear cultura: pueden usar
algunas herramientas e incluso se les ha observado cómo enseñan a sus crías
algunas habilidades básicas, pero la capacidad de los hombres de crear cultura
es infinitamente superior. La especie humana es la única especie animal que
depende de su cultura y no de los instintos para sobrevivir (Harris, 1987).
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