Prof. Antonella Mármol Vila.
Asignatura: Filosofía y Crítica de
los Saberes.
Curso:
1º Bachillerato.
Selección de
fragmentos de texto pertenecientes a la obra:
“El
existencialismo es un humanismo” de Jean
Paul Sartre.
La existencia precede a la esencia
Consideremos un objeto fabricado, por ejemplo
un libro o un cortapapel. Este objeto ha sido fabricado por un artesano que se
ha inspirado en un concepto; se ha referido al concepto de cortapapel, e
igualmente a una técnica de producción previa que forma parte del concepto, y
que en el fondo es una receta. Así, el cortapapel es a la vez un objeto que se
produce de cierta manera y que, por otra parte, tiene una utilidad definida, y
no se puede suponer un hombre que produjera un cortapapel sin saber para qué va
a servir ese objeto.
Visión técnica del mundo
Diríamos entonces que en el caso del
cortapapel, la esencia es decir, el conjunto de recetas y de cualidades que
permiten producirlo y definirlo precede a la existencia; y así está determinada
la presencia frente a mí de tal o cual cortapapel, de tal o cual libro. Tenemos
aquí, pues, una visión técnica del mundo, en la cual se puede decir que la
producción precede a la existencia.
Al concebir un Dios creador, este Dios se
asimila la mayoría de las veces a un artesano superior; (…) Dios, cuando crea,
sabe con precisión lo que crea. Así el concepto de hombre, en el espíritu de
Dios, es asimilable al concepto de cortapapel en el espíritu del industrial.
El existencialismo ateo
El existencialismo ateo que yo represento (…)
Declara que si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia
precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún
concepto, y que este ser es el hombre (…) El hombre empieza por existir, se encuentra,
surge en el mundo, y que después se define.
El hombre es lo que él se hace
El hombre es el único que no sólo es tal como
él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la
existencia (…) el hombre no es otra cosa que lo que él se hace… éste es el
primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la
subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir
con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa?
Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza
por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse
hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive
subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada
existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el
hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser.
El hombre es plenamente responsable
(…) el hombre es responsable de lo que es.
Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de
lo que es, y asentar sobre él la responsabilidad total de su existencia. Y
cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos decir que
el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable
de todos los hombres.
La elección
Cuando decimos que el hombre se elige,
entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con
esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de
nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo
tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser.
El hombre se elige eligiendo a todos los hombres
Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de
lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera. Si soy
obrero, y elijo adherirme a un sindicato cristiano en lugar de ser comunista;
si por esta adhesión quiero indicar que la resignación es en el fondo la
solución que conviene al hombre, que el reino del hombre no está en la tierra,
no comprometo solamente mi caso: quiero ser un resignado para todos; en
consecuencia, mi proceder ha comprometido a la humanidad entera.
Compromete a toda la humanidad
Y si quiero hecho más individual casarme,
tener hijos, aun si mi casamiento depende únicamente de mi situación, o de mi
pasión, o de mi deseo, con esto no me encamino yo solamente, sino que encamino
a la humanidad entera en la vía de la monogamia. Así soy responsable para mí
mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome,
elijo al hombre.
Esto permite comprender lo que se oculta bajo
palabras un tanto grandilocuentes como angustia, desamparo, desesperación.
La angustia
El existencialista suele declarar que el
hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se da
cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que
elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede escapar al
sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Ciertamente hay muchos que
no están angustiados; pero nosotros pretendemos que se enmascaran su propia
angustia, que la huyen; en verdad, muchos creen al obrar que sólo se
comprometen a sí mismos, y cuando se les dice: pero ¿si todo el mundo
procediera así? se encogen de hombros y contestan: no todo el mundo procede
así. Pero en verdad hay que preguntarse siempre: ¿qué sucedería si todo el
mundo hiciera lo mismo? Y no se escapa uno de este pensamiento inquietante sino
por una especie de mala fe.
Angustia y mala fe
El que miente y se excusa declarando: todo el
mundo no procede así, es alguien que no está bien con su conciencia, porque el
hecho de mentir implica un valor universal atribuido a la mentira. Incluso
cuando la angustia se enmascara, aparece (…) Todo ocurre como si, para todo hombre,
toda la humanidad tuviera los ojos fijos en lo que hace y se ajustara a lo que
hace. Y cada hombre debe decirse: ¿soy yo quien tiene derecho de obrar de tal
manera que la humanidad se ajuste a mis actos?
Angustia y responsabilidad
Esta especie de angustia (…) se explica además
por una responsabilidad directa frente a los otros hombres que compromete. (…)
Y cuando se habla de desamparo (…) queremos decir solamente que Dios no existe,
y que de esto hay que sacar las últimas consecuencias.
La moral laica
No está escrito en ninguna parte que el bien
exista, que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que
precisamente estamos en un plano donde solamente hay hombres (…) todo estaría
permitido. Este es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo
está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado,
porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No
encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia,
no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija;
dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es
libertad.
El hombre es libertad
Estamos solos, sin excusas. Es lo que
expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque
no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez
arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.
Sartre,
J.P.; “El existencialismo es un
humanismo”; Editorial Técnica S.R.L.; Montevideo; 2001.
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